Cautiverio







Entre nosotros hay un traidor. Lo sé ahora que tengo tiempo de reflexionar en la misericordiosa oscuridad de la mazmorra.
He reconocido el escudo de armas de los Gonzalez de Portugal en el casco de los hombres que anoche vinieron a apresarme. ¡Hijos de mil rameras!
No quisieron matarme. Ni siquiera me asesinaron cuando desnudo de armas y de ropajes me lancé en desesperación a arrancar con mis dientes la garganta del capitán de la guardia.
Y allí quedó Miss Hairy, en mitad de la fría noche, mirando con sus ojos asustados desde el ensangrentado lecho cómo nos llevaban arrastras, preso a mí y agonizando aún al capitán de los Gonzalez.
Ahora, molido a palos, envuelto entre olor a sangre seca, a semen seco, sólo queda esperar quizás el fin.
Nunca hubiese imaginado que llegase a ser tan triste el cautiverio. Más triste que la enfermedad, más triste que la propia muerte. Ni sobre la faz de la tierra ni sumergido en los infinitos mares existe tesoro tan preciado como la libertad.


Sobre esta entrada


13 pergaminos:

  1. Silvia_D 19 de septiembre de 2009, 20:52

    Uhmmm que ambiente has conseguido!
    Es un verdadero placer leer cada una de tus letras.
    Besoss

     
  2. ChAnd 19 de septiembre de 2009, 22:19

    Resulta que puede ser absolutamente angustiante sospechar... ¡Y los vuelcos de la suerte!¡ Qué penar capitán! Esperemos que algo sorpresivo nos devuelva a la libertad... que aunque sea imaginada, es siempre bella...

    ¡Saludos Capitan!

     
  3. Iraunsugue_Eternia (Laura Butragueño) 19 de septiembre de 2009, 22:30

    La manera más atroz de matar a un ser humano es alejándolo de la libertad.

    Un beso, Capitán.

     
  4. Franziska 20 de septiembre de 2009, 0:02

    Oh, capitán, mi capitán, al fin volvemos a saber que aún estáis con vida y añorando la libertad que hay que confiar retornará. No perdáis la esperanza, mi capitán, vuestros leales acudirán presurosos al rescate. Vigilad, en cualquier momento se producirá vuestro fuga. Ya os tengo reservada una botella de ron.

     
  5. Anónimo 20 de septiembre de 2009, 13:24

    Entiendo tanto silencio Capitán! aqui estamos para conseguir recuperar la libertad!

    siempre!

     
  6. Belén 20 de septiembre de 2009, 16:40

    Qué sensación mas dura esa de saber que alguien a tu lado no te quiere bien...

    Besicos

     
  7. Jairo 20 de septiembre de 2009, 20:13

    No sé porqué no me extraña que esté usted prisionero capitán.
    Alguien, que podría liberarle, se acerca escondido entre las sombras del presidio.

     
  8. JoseVi 21 de septiembre de 2009, 15:24

    El escrito... es impresionante, pero reconozco que me quedado sin habla hay escuchar tu narración, impresionante...

    ¿te ha dado por la novela historica? jajaja, me encanta, lo haces pero que muy muy bien. Cruel y sincero como la vida misma, yo pongo fin a Mi vida... mi ventura. Quiero mas tiempo para mis deportes, mi gente, mi tierra.

    A partir de ahora y gracias al apoyo de los que me quieren, lo que escriba sera con mucho tiempo por delante y lo publicare.

    Un fuerte abrazo capitan y si algo admiro de ti, es esa fuerza por desafiar la vida e inpirar a todos, que hay que luchar...

     
  9. Silente (Vicente Llorente) 21 de septiembre de 2009, 17:38

    Quien os vendiera, Capitán, deberá pagar con su vida. Su rescate está en marcha. Esta misma semana.

     
  10. Mª de la O 22 de septiembre de 2009, 14:00

    La libertad se paga con la vida.... o con la muerte. Esperanza, siempre.

     
  11. Sacra 27 de septiembre de 2009, 12:30

    La libertad es cosa seria, Capitán. Menos mal que los rufianes como tú siempre tienen adeptos capaces de morir por tu oxígeno.
    Me temo que ya queda menos.

     
  12. Zeze 6 de octubre de 2009, 15:02

    Hola Capitán

    Hay muchos que no escapan, menos mal para ti ... :)

    Un Abrazo

     
  13. Angelonero 26 de octubre de 2009, 12:58

    Mi Capitán, que cierto es que no existe mayor tesoro que la libertad, esa que alimenta las velas de la Pena Negra y los versos titilantes de su pluma, afilada como un sable sarraceno y suave como caricia de una hetaira caribeña. Descubriremos al traidor, y arrojaremos su nombre por la borda, para que se pierda entre los peces abisales. No desespere, Capitán, en la más oscura mazmorra seguirá siendo un hombre libre.