Las aventuras del Capitán Chinaski
Tercera entrega
LAS VIEJAS COSTUMBRES
A todos nos pasa. Tenemos épocas en las que decidimos desafiar ferozmente a todos y a todo. Primero decidimos ponernos en forma. Y empezamos a ejercitar nuestro cuerpo de torso desnudo al amanecer en la cubierta. Los músculos responden a regañadientes, y el dolor es nuestra recompensa al esfuerzo, luego, atracamos en los puertos para merodear por los antros más duros. Y nos sentamos solos en un madero, a observar las paredes, bebiendo a la espera de que surjan problemas. Desafiando con la mirada a los problemas a que asomen las narices. Hasta que por fin, llegan. Encarnados en algún mugriento marino, o en algún rastrero con cadenas entre los dedos.
Entonces surge un malentendido y vamos afuera. Puño contra hueso. Encajamos lo que venga. Lanzamos puñetazos desde los hombros, gruñimos, cogemos aire a bocanadas, esquivamos golpes a manotazos. Y los pies bien aposentados, lo importante es no perder el equilibrio. El gentío alborota borracho y jadea a la espera de que uno caiga. Les da igual quien sea.
Sospeso a los tipos con cadenas entre los dedos uno a uno, y algunos me parecen inofensivos, por suerte, casi todos lo son. Y a las mujeres de mala vida, les gustan los tipos que pelean, no lo entiendo. Les encanta, descolgarse hasta sus camastros de posada barata, en la penumbra, excitadas por su estúpido valor. Pero no tardaran en empezar a absorberte la dependencia al mar, con paciencia, con maña. Intentarán reclamarte permanentemente como algo de su propiedad. Haciendo que en comparación, esos filibusteros borrachos con cadenas entre los dedos, palidezcan y resulten inofensivos. Y entonces, una noche, estás sentado en tu sucia estancia de posada barata con quien sea, y ella te habla de su desdichada infancia. O de aquella vez, que cruzó sola la indómita selva de Port Farraca. Y ti te alcanzan sus palabras como una patada en el estómago, y te preguntas ¿qué diablos estoy haciendo aquí?
Y al día siguiente dejas de ejercitar tu cuerpo al amanecer, y la dejas. Y dejas tus planes desacertados, y dejas de ponerte a prueba. Ponerte a prueba resulta que no tiene mayor importancia. No es más que vanidad. La vanidad que atiborra a nuestra propia masa de grasa y edad abotargada. Te reagrupas, es sencillo. Y algún tiempo después, bebiendo en alguna barra oscura, una bestia con pinta de palurdo te clava un codo, te empuja con brusquedad
-¿Algún problema?
Y tú, que te has cruzado en su camino, le miras a los ojos y le dices despacio
-Perdone Señor, ¿podría invitarle a un trago?
Y el se queda perplejo ante tu amabilidad.
Bien, bien, bien...
Un hombre tiene que dar una vuelta completa a sus pensamientos y volver a donde estaba. Volverse razonable y cuerdo de nuevo. Entonces, las mujeres se vuelven más hermosas y las habitaciones más grandes, limpias y luminosas. Y no es que yo vaya buscando lo uno ni o otro, pero al final las situaciones acaban encontrándome.
Sigo ejercitando mi cuerpo al amanecer, muy muy de vez en cuando, eso sí. Las viejas costumbres, pueden tardar en morir más que los hombres viejos.
Texto inspirado en el relato de Charles Bukowski “Pesas”
Adaptado para “Las aventuras del Capitán Chinaski” por Damián Varea.
Las viejas costumbres
Sobre esta entrada
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- Publicado:
- el lunes, 11 de agosto de 2008
- Categoría:
- Las aventuras del Capitán Chinaski
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11 de agosto de 2008, 20:53
acabo de ver tu coment y justo estaba entrando aquí a través del de druid.. que gracia. Voy a leerte con detenimiento que esta aventura me está gustando. Voy a seguir leyendo...
en mi blog de fotos tengo enlazado mi segundo blog donde escribo, estás invitado igualmente. Me alegro de que te hayan gustado las fotos.
hasta pronto -
12 de agosto de 2008, 22:56
Bueno...entro un poco a hurtadillas, a destiempo o tal vez sin proponermelo algo a escondidas...je je je...es la primera vez y como todas las primeras veces...no quiero que las prisas interrumpan mi gozo de pasear por tus palabras...Venia a devolverte la visita...y bueno, creo que me quedo..con tu permiso...claro...Abrazzzusss...
Josh - 12 de agosto de 2008, 23:32
- 13 de agosto de 2008, 0:03
- 13 de agosto de 2008, 1:42
- 13 de agosto de 2008, 3:15
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13 de agosto de 2008, 12:27
Buen relato y gran reflexión la tuya, lo mismo que una palabra puede desatar las furias del infierno o hundirte en la más infame de las miserias, un gesto amable , puede desarmar completamente a cualquier enemigo.
Sr. Capitán, puedo sumarme a su tripulación? me ha encantado tu blog :D
Gracias por arribar a mi puerto y dejar huella, espero tu siguiente escala :))
Besos y buen crucero. - 13 de agosto de 2008, 12:46
- 13 de agosto de 2008, 13:25
- 13 de agosto de 2008, 17:02
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- 14 de agosto de 2008, 11:32
- 14 de agosto de 2008, 16:51
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15 de agosto de 2008, 11:14
Precioso texto, sí señor. Hace unos días se me ocurrió la idea de hacer un blog de aventuras de piratas, con un diseño de barco y demás, y me encuentro con que dos días más tarde hay un blog que reúne todas esas características que yo iba a crear en mi nuevo blog. Jajajaj, que gracioso!
Bueno, si algún día escribo un relato de piratas, ya te lo enviaré para que lo leas y, si te gusta, lo cuelgues en tu blog, que por cierto, está precioso.
La frase que más me ha gustado de tu relato: "Un hombre tiene que dar una vuelta completa a sus pensamientos y volver a donde estaba. Volverse razonable y cuerdo de nuevo. Entonces, las mujeres se vuelven más hermosas y las habitaciones más grandes, limpias y luminosas."
Un saludo, nos leemos,
Sara. - 15 de agosto de 2008, 17:29
- 15 de agosto de 2008, 19:52
- 16 de agosto de 2008, 15:57
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