El sol, piel de naranja, se derrumba en el bosque.
Lloran sangre, entonces, los pinos mediterráneos
con la letanía de los primeros ecos
de los tambores mortuorios.
La Pena Negra ha quedado amarrada en la oscuridad
que nace del mar para cubrir España
con la noche del Martes Santo.
Quiero, quiero y no puedo volver a aquellos
días de mi infancia de pan duro,
de remiendos en los remiendos del pantalón.
Sr. Nelson, yo también fui un niño
de mocos secos en las narices
que se arrodillaba a persignarse
con la cara tiznada de asombro
ante la imagen que recorre con la quietud viva
los empedrados estrechos hacia la plaza.
Nada parece haber cambiado desde entonces,
son los mismos costaleros gruñendo
bajo el silencio de las andas,
la misma campana solitaria de orden,
los redobles intermitentes,
las bucólicas cornetas sugiriendo tres caídas.
He vuelto a verte después de los años, Jesús el Nazareno.
Y me siento desnudo ante tu paso,
y sigo sin saber razar ante tu mirada viva.
Y pasas. Y te alejas despacio.
Las velas de los encapuchados iluminan
tu espalda morada y los rizos ondulantes
al capricho de la brisa.
Adios, Cristo de los Gitanos...
Remiendos en los remiendos
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- Publicado:
- el domingo, 25 de abril de 2010
- Categoría:
- Las aventuras del Capitán Chinaski
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- 25 de abril de 2010, 17:43
- 26 de abril de 2010, 22:04
-
27 de abril de 2010, 18:27
ohh Capitán! recuerdos son porque permanecen vivos, como ese Cristo de los Gitanos que mira sin ver, pero sobre el que posas tus recuerdos. Un abrazo. (mi hija me acaba de preguntar: "mamá ¿estás llorando?". Digo no, no estoy llorando. Ella responde "pues parece que te falta el aire". Y la contesto que eso es la emoción)
- 28 de abril de 2010, 9:50
- 28 de abril de 2010, 10:28
- 1 de mayo de 2010, 22:41
- 1 de mayo de 2010, 22:43
- 8 de mayo de 2010, 20:39
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25 de mayo de 2010, 11:10
Querido Capitán: aunque mi naturaleza me incline más ante nuestro señor Satanás que ante ese rebelde judío al que condenaron sus congéneres, la descripción de ese crepúsculo preñado de tambores no deja de impresionarme, así como la evocación de una infancia de la que ya le separan muchos mares, tabernas y mujeres. Siga navegando con buen viento, y no deje de arrojar sus versos por la borda: las criaturas aladas siguen alimentándose con ellos.
- 2 de julio de 2010, 18:12
-
5 de julio de 2010, 12:40
Perdida hace mucho tiempo mi fe reaparece al son de las procesiones, me erizan la piel con un estremecimiento incontrolado, provocan una angustia que logro entender. ¿Es acaso un juego de mi cerebro que me trae los momentos vividos en la niñez o es algo inexplicable para mí que está soterrado y que emerge en determinados momentos? Pues no sé, no lo tengo claro. Impresiona esa puesta en escena de ese sufrimiento y la vista de ese hombre inocente que es, ni más ni menos, el hombre inocente que ha pasado por tantos calvarios, en todas las partes del mundo, es nuestro yo colectivo y su sufrimiento, quizás, lo que nos hace sentir lo que sentimos al paso de una procesión. No intento aclararte nada porque, en este momento, sólo intento comprender qué me pasa a mí, sencillamente.
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